He decidido buscar piso. Se veía venir. Esta casa es cara, queda lejos del curro y estoy harto de verla medio vacía (la mitad de los muebles se los quedó "ella").
Cuando se lo conté a Mónica se puso en marcha inmediatamente: "No te agobies, Luis, me voy contigo a ver pisos. Te ayudo a buscar. Me he cambiado de casa mil veces - me trago un por qué- y tengo mucha práctica".
Quedamos para ir ayer por la tarde. Comimos rápido y salimos antes.Había concertado tres citas en tres edificios de apartamentos cerca del mar.
En el primero, al entrar Mónica contuvo un grito. Y es que era de susto: justo a la izquierda de la puerta de entrada se veía un baño con los azulejos pintados de negro y el suelo con sintasol verde manzana. A la derecha una cocina pintada de rojo. No pasamos de la puerta.
El mismo individuo- del que ya no recuerdo ni el aspecto- nos enseñó otro. Para llegar, un corredor de 300 metros compartido con mil vecinos, todo diminuto y desvencijado. 700 euros y hay que dejarlo en verano o pagas 1500 al mes. Pues va a ser que no.
Por último, había quedado con una chica muy amable para ver un apartamento que se anunciaba como "antiguo" pero renovado totalmente. Lo importante no es el piso, que está bien y es donde voy a vivir a partir de ahora. Lo importante es la dueña.
Cuando la vi, me sonaba. Ella me reconoció desde el primer segundo. Yo no conseguía ubicarla y ella jugaba con la situación poniéndome nervioso. Mónica se daba cuenta de que algo raro estaba pasando. La otra me miraba de arriba abajo, me sonreía entre insinuante e irónica.
Contó que se estaba divorciando de su marido y que quería dejar esa casa. Volvía a mirarme descaradamente. Y yo mientras tanto: "es amplio el dormitorio". Ella: "sí, era mi cama, la he usado poco". Yo: "y la cocina está muy bien". Ella: "la lavadora es nueva, ¿sabrás ponerla?". Y, en medio de esta conversación se hizo la luz: la vi conmigo un par de meses atrás, y ¡cómo la vi! He tenido una historia con ella. De una noche, pero ¡qué noche!.
Lo peores que a mi las cosas se me leen en la cara. Cuando llegamos al portal Mónica me dijo: "has tenido un rollo con ella, debes de ser bueno porque te recordaba muy bien. Puede que ahora que sabe donde vives, intente repetir".
La miré y no supe qué decir. No reaccioné. La dejé convencida de que lo que me va son los ligues de un día y de que los tengo a montones. ¡Cómo se puede ser tan burro!
Por cierto, esta otra, Luisa, está de muerte.
jueves, marzo 16, 2006
Busco piso
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5 comentarios:
Que chico más malo eres....
Si te sirve mi experiencia, Luis, asegúrate antes de tirarte a la piscina.
Y no te fíes de miradas, frases sueltas...
Todo eso de que más vale intentarlo y tal es una mentira. Hace un año y un día no te hubiese dicho esto, pero ahora sé más.
No problem. Vamos a ver. Si ella cree que eres un bala y que te van los ligues de una noche le estás quitando un peso de encima porque no tendrá miedo de tener un rollo contigo ya que eso no le compromete a nada, y este detalle, trabajando con ella, es importante. Ahora bien, si lo que quieres es algo más, debes convencerla que eres un bala pero no porque te guste serlo, sino porque nadie ha sabido percibir tu sensibilidad. Le estarás lanzando un reto: "inténtalo, merezco la pena. Hay mucho más debajo de este cuerpo... Si tú no consigues verlo es que eres como todas las demás". No podrá resistirse.
Caramba Verme, tus habilidades negociadoras llegan hasta aquí! Luis, hazle caso, que este sabe, se ve que ha practicado.
No sé lo que quiero. Pensaba que vivir sin ellas, quizá algún lío esporádico. Pero esta me está cambiando los planes.
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